Nicole Vargas Benett, bióloga UTEM: “La institucionalidad del país debe apuntar a la protección del agua”

Autor: PEDRO BERHO F|
A partir de una investigación doctoral que realiza sobre la contaminación del agua en el sur del país, la profesora del Departamento de Prevención de Riesgos y Medio Ambiente de nuestra casa de estudios comparte los principales objetivos y avances de su estudio. Analiza también cómo se encuentra Chile en cuanto al cuidado del recurso hídrico.

Como parte del proceso de especialización académica que promueve la UTEM en su cuerpo docente, la profesional de las ciencias naturales Nicole Vargas Benett desarrolla una investigación doctoral en la región de Osorno, zona en donde la experta en ecosistemas acuáticos busca determinar los índices contaminantes en las aguas del sector y así impulsar normas de protección.

Para la académica de la Facultad de Ciencias de la Construcción y Ordenamiento Territorial, si bien Chile se encuentra bien posicionado en materia de institucionalidad hídrica a nivel sudamericano, aún queda mucho para lograr una normativa nacional de cuidado medioambiental.

A continuación, la también magíster en Ciencias Forestales comparte su visión respecto a los temas anunciados y cómo estas líneas de estudio se están abordando en la enseñanza de pregrado en nuestra casa de estudios.

¿Cómo nace este proyecto y cuál es su objetivo principal?

– Esta investigación surge a partir de la oportunidad que me da la UTEM de hacer un doctorado en la temática, en la línea de la especialización docente y la acreditación, sobre todo para profesores/as jóvenes. A partir de ahí, el Centro de Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción me invita a participar como especialista en un proyecto que se está realizando en la cuenca del río Rahue, en Osorno, para realizar una norma secundaria de calidad de agua.

Desde este punto de partida, comencé a desarrollar un índice de plantas acuáticas para evaluar la calidad del agua, técnica bastante ocupada en Europa, aunque acá no se utiliza aún. La idea es comenzar este estudio en esta zona para luego ver si es que se puede implementar esta metodología en otros ríos de Chile.

¿Qué importancia tiene esta temática actualmente en Chile?

– Primero, este indicador de plantas acuáticas tiene la particularidad de que se puede distinguir a simple vista, entonces cualquier persona puede identificar que hay una planta, independiente que no sepa la especie, comparado con otros índices biológicos que se utilizan, en los que se necesitan microscopios u otro tipo de herramientas.

Entonces, al ser esta metodología fácil y cercana de visualizar, se podría perfectamente masificar y replicar en otros contextos y espacios, constituyendo –en rigor- una gran ventaja cuando hablamos de un país con muchos ríos. Por otro lado, algo relevante de este estudio es que en Chile es una línea de trabajo que no se ha desarrollado antes, por lo que tiene todo el potencial de generar nuevos aportes.

Podríamos decir que nuestro país, en este sentido, no está mal en términos de institucionalidad y cuidado del agua, si lo comparamos con los países de América Latina. En poco tiempo hemos desarrollado diferentes índices de calidad de agua y monitoreo de análisis de las principales cuencas hidrográficas de nuestro territorio. Sin embargo, si cruzamos hacia el continente europeo, estamos recién comenzando.

Como país tenemos mucho por mejorar en esta materia, sobre todo en consolidar un proceso en el que la institucionalidad ambiental apunte a la protección del agua.

¿Qué resultados ha obtenido hasta ahora y qué se viene para el futuro inmediato de la investigación?

– La investigación se encuentra en plena etapa de desarrollo, evaluando y analizando los resultados de las pruebas. Principalmente, estamos estudiando cómo están respondiendo las plantas del río a los parámetros químicos que hemos aplicado, y haciendo el análisis de los datos.

Se podría decir que vamos en la mitad del proceso, realizando ya el levantamiento de información y datos. Luego, otra parte de la investigación es desarrollar el índice de plantas y después viene una segunda etapa, en la que esperamos contar con un índice desarrollado y consistente.

Durante estos meses de verano se presentarán los resultados preliminares de la investigación, para ir validando la información obtenida y consolidando las conclusiones. A partir de ahí, y tomando en cuenta que todas las normas secundarias de calidad del agua necesitan indicadores biológicos, este estudio podría ser un insumo para el desarrollo de futuras leyes de calidad del agua. Ese es un gran objetivo que tenemos como equipo.

¿Cómo este tipo de conocimientos e investigaciones aportan en la docencia y formación de los/as estudiantes?

– Como académicos/as tenemos el rol de investigar y generar nuevos conocimientos; por supuesto que estos aspectos deben incluirse como temáticas dentro de las asignaturas que se dictan. Por mi parte, en este nuevo año 2024 tengo previsto realizar una gestión con tratamiento de agua y evaluación ambiental, en cuyo proceso -con la participación activa de los/as estudiantes- se analice la calidad del agua del Estero Puangue, para lo cual nos ganamos un proyecto recientemente.

Para este trabajo, los estudiantes harán análisis, mediciones y levantamiento de datos, siendo yo una especie de guía para que –finalmente- se presenten los resultados ante la municipalidad.

De todos modos, no creo que el único método que exista para enseñar mejor sea investigar, ya que también hay profesores/as que pueden dedicarse a la academia propiamente tal, a la docencia o a la gestión universitaria. Por lo que pienso –firmemente- que son dos áreas que hay que fortalecer y que cada académico/a o cada unidad debiera evaluar y potenciar ambas líneas.

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